Berlín
Había
algo particularmente gris en Berlín. Un gris agradable y dulce. Estaba
en el aire, en el claro suelo arenoso, en la moteada cantería. Incluso
en los árboles, la hierba y los setos de las fincas de las afueras. Era
el gris fresco y espacioso necesario para el pensamiento sostenido.
La cucaracha. Ian McEwan
Sevilla
Ya se sabe, a Sevilla hay que volver para descubrir un rincón nuevo cada día. Rincones que han estado ahí siempre, rincones por los que hemos pasado ya y ni siquiera vimos porque admirábamos otra maravilla al otro lado de la calle o, simplemente, porque la luz era distinta.
La sangre de los crucificados. Félix G. Modroño
Ya se sabe, a Sevilla hay que volver para descubrir un rincón nuevo cada día. Rincones que han estado ahí siempre, rincones por los que hemos pasado ya y ni siquiera vimos porque admirábamos otra maravilla al otro lado de la calle o, simplemente, porque la luz era distinta.
La sangre de los crucificados. Félix G. Modroño
Ámsterdam
Ámsterdam
ya es un poco pequeña (…). No hay edificios intimidatorios y
desproporcionados como en Londres o París. En Ámsterdam, una persona
todavía puede sentirse humana.
Sospechas. Herman Koch
Florencia
Florencia, con su esplendor que daña e intimida a la vista, era demasiado bella para permanecer en ella largo tiempo.
Esta casa en llamas. William Styron
Florencia, con su esplendor que daña e intimida a la vista, era demasiado bella para permanecer en ella largo tiempo.
Esta casa en llamas. William Styron
Viena
No
hay otra ciudad como Viena. Solo hace falta pasar allí un breve periodo
de tiempo y uno se da cuenta al instante. (…) Digamos que es un lugar
muy especial donde se puede disfrutar de la vida, sentir amor por
cualquier manifestación artística.
La muerte del comendador. Libro 1. Haruki Murakami
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