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viernes, 22 de enero de 2021

LEER (18)

 

Cuando un relato me invade, cuando su lluvia de palabras cala en mí, cuando comprendo de forma casi dolorosa lo que cuenta, cuando tengo la seguridad –íntima, solitaria– de que su autor ha cambiado mi vida, vuelvo a creer que yo, especialmente yo, soy la lectora a quien ese libro andaba buscando.
         El infinito en un junco. Irene Vallejo

Si alguien lee para ti, desea tu placer; es un acto de amor y un armisticio en medio de los combates de la vida. Mientras escuchas con soñadora atención, el narrador y el libro se funden en una única presencia, en una sola voz.
         El infinito en un junco. Irene Vallejo
 
Incluso en los abismos de la vida, somos criaturas sedientas de historias. Por esa razón llevamos libros con nosotros –o dentro de nosotros– a todas partes; también a los territorios del espanto, como eficaces botines contra la desesperanza
         El infinito en un junco. Irene Vallejo
 
Ciertas lecturas son una forma de derribar barreras, ciertas lecturas nos recomiendan al desconocido que las ama.
         El infinito en un junco. Irene Vallejo
 
Sin los libros, las mejores cosas de nuestro mundo se habrían esfumado en el olvido.
         El infinito en un junco. Irene Vallejo

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